jueves, 20 de febrero de 2014

Noticias literarias: Febrero

Bill Watterson, creador de ‘Calvin y Hobbes’, Gran Premio de Angulema

Un niño y su tigre de peluche se han convertido en los héroes de la edición41 del Festival de Angulema que se clausura este domingo. Son los dos famosos personajes del dibujante estadounidense Bill Watterson, padre de la tira cómica de culto Calvin y Hobbes, y quien ha sido galardonado con la distinción más importante del cómic en el mundo francófono: el Gran Premio del Festival de Angulema. Watterson ya había recibido el premio al mejor álbum extranjero en este mismo festival en 1992. Han llegado a ser finalistas del certamen el japonés Katsuhiro Otomo y el británico Alan Moore. 
Watterson (Washington, 1958) creció en los suburbios de Cleveland y es un apasionado de los cómics desde su infancia. Realizó estudios de Ciencias Políticas, pero después pronto comenzó a trabajar como diseñador en un diario de Cincinnati. Tras su despido, el dibujante fue de fracaso en fracaso hasta que en 1985 publicó por primera vez Calvin y Hobbes, con nombres inspirados por el reformador protestante John Calvin y por el filósofo Thomas Hobbes. Fue el comienzo del tremendo éxito de estas historias que describen el universo de la infancia y se burlan amablemente del mundo de los adultos. La tira cómica se ha difundido en toda la prensa mundial y ha sido traducida a unos cuarenta idiomas; de ella se han vendido 30 millones de libros. Watterson ha reconocido en su trabajo la influencia de Charles Schulz, creador de Snoopy y Carlitos, de George Herriman, el autor de Krazy Kat, así como el también estadounidense Walt Kelly, padre de Pogo.


En 1995, después de varias disputas por los derechos de su tira cómica y de la creación de productor derivados de sus dibujos, Watterson puso fin, cuando se encontraba en plena cima, al travieso Calvin y al tigre Hobbes, que se anima únicamente cuando está fuera del radar de los mayores. Se consagró entonces a la pintura y a su familia.


Batalla moral en una guerra impura



                                                                                                                    














¡Vaya lugar para investigar un crimen (o dos)! La Ucrania de 1943 ocupada por los nazis, sembrada de fosas de judíos víctimas de los Einsatzgruppen de las SS y en vísperas de la mayor colisión de tanques de la historia, la batalla de Kursk. Solo el mayor de la Wehrmacht Martin Bora, intelectual, músico y soldado, puede sentir el deber moral de resolver ese crimen —menor en comparación— en semejante contexto de iniquidad general y espanto. Ahí, en esa aparente contradicción de luchar contra el mal en medio del Mal muy mayúsculo y además hacerlo con uniforme del III Reich (y mientras reclutas un regimiento de caballería para luchar contra los partisanos y de paso espías un poquito para la Abwehr, la inteligencia militar) reside el nudo de Cielo de plomo(Alianza), la nueva, buenísima novela de la escritora Ben Pastor (Roma, 1950).






De hecho el planteamiento de fondo es el mismo en las ocho novelas con el personaje de Martin Bora que lleva escritas ya Pastor, ambientadas (excepto una que transcurre en laGuerra Civil española) en la II Guerra Mundial y de las que se han publicado cuatro en España. En Cielo de plomo,documentadísima y de una negrura que va mucho más allá de lo policiaco, la novelista se supera a sí misma en el retrato de un alma humana atormentada enfrentada a los dilemas de su conciencia y de la historia.
“¿Tiene sentido una investigación detectivesca en ese contexto, con los 30.000 judíos asesinados en Babi Yar, las atrocidades de la ocupación, la vesania de la guerra?”, se pregunta la propia Pastor. “En realidad, resolviendo un crimen, procurando justicia, lo que hace Bora es poner una gota purificadora en un agua impura. Él solo puede poner esa gota con la esperanza de que signifique algo. Sabe que su labor no repara apenas nada. Pero no puede hacer otra cosa excepto cargar con la piedra hasta lo alto de la colina para verla caer de nuevo, como un Sísifo en feldgrau”.

Isaac de Vega, patriarca de las letras canarias

Al fallecer este lunes, con 93 años, en Tenerife, el escritor canario Isaac de Vega deja en herencia, como último superviviente de su grupo literario de vanguardia, una palabra inextricable que dio sentido a su vida: “Fetasa”. “Fetasiano”, una especie de gentilicio metafísico acuñado hacia 1950 por el poeta y novelista Rafael Arozarena, aludía a la ontología de la condición insular, a la patria metafísica a la que De Vega y Arozarena permanecieron fieles hasta la muerte y a la que ambos dedicaron libros de cuentos, novelas, ensayos y poemas.
De Vega, una suerte de Rulfo canario, tenía una conexión con la realidad principalmente literaria. Fue autor de una novela titulada, precisamente,Fetasa, en 1957, (le gustaba titular con un vocablo a secas: Parhelios, Pulsatila, Tassili o Carpanel). De Vega tenía una absoluta complicidad con su amigo del alma, Arozarena, que falleció cuatro años antes que él. Juntos labraron los fantasmas de un mundo onírico común y les dieron a la vez el Premio Canarias de Literatura, en 1988, porque eran indivisibles. Sus textos (Ediciones Idea editó sus obras completas en 2005), con los de Antonio Bermejo, J. A. Padrón y el periodista Francisco Pimentel (todos ya desaparecidos), establecen un territorio ignoto para la Península literaria, en la que De Vega y Arozarena, finalistas del Nadal, nunca se promocionaron. El cineasta David Baute los inmortalizó filosofando sobre el gremio de las metáforas de una literatura pegada a las raíces.
Académico canario de la lengua, que ejerció el magisterio en El Hierro, La Gomera y Tenerife, De Vega era un hombre sencillo y humilde, alejado del ruido mediático, de fuerte influencia en una generación de autores, como un clásico en vida. En ocasiones parecía un Salinger clandestino, pero era un ser adorado en su tribu de fans y contertulios. Hijo del sur, nacido en Granadilla de Abona (Tenerife), en 1920, y afincado en su Macondo de Igueste, cuidó el estilo como un asunto de salud, parco y comedido. Era un hombre de pocas palabras.
Tenía tanta vocación literaria a bordo, que iba con el cuento a todas partes, madurando las historias durante años, como su alter ego, Arozarena, que lamentaba haber escrito tan deprisa Mararía, el superventas local. Tras morir a las puertas del día de la literatura del archipiélago (este 21, dedicado al poeta Agustín Millares Sall), De Vega deja un hondo vacío, pues se trata de una de las grandes voces canarias del siglo XX de unas letras que se encierran en sí mismas

‘La Colmena’, de Cela, inédita, erótica y censurada, ve la luz

Solo una persona sabía de este pasaje escrito originalmente por Camilo José Cela para La colmena. Nadie sabía que el contenido sexual y erótico de su obra cumbre fuera más alto y descarado que lo publicado hasta hoy. No lo supo ni siquiera el régimen franquista porque el propio escritor gallego (1916-2002) sospechaba que no iba a pasar la censura y decidió no incluirlo en la versión que envió para su aprobación. Ahora, 70 años después de que Cela empezara su escritura (que terminaría en 1950) y sucedieran los hechos narrados en la novela, se han presentado muchos pasajes inéditos de la obra, algunos censurados por la dictadura y otros que el propio autor nunca presentó al régimen. El resultado es una nueva versión de La colmena. Por ahora fragmentada, pero que podría dar pie a una nueva edición completa como fue concebida genuinamente. “Sería una idea extraordinaria. Como sacar una obra inédita de Cela”, asegura entusiasmada Marina Castaño, viuda del premio Nobel español y presidenta de la Fundación Camilo José Cela.
El manuscrito, presentado en la Biblioteca Nacional, en Madrid, revela más retazos de vida de ese enjambre de personajes creados por Cela que ahora ven la luz gracias a la donación de Annie Salomon (licenciada en literatura hispánica), hija del hispanista Noël Salomon. Él era la única persona que conocía este inédito. Era un amigo del escritor, a quien envío este texto con la idea, “tal vez, de que analizara el impacto de la censura franquista a través de una novela suya”, dice Adolfo Sotelo Vázquez, catedrático de Historia de la Literatura Española, experto en la obra de Cela y quien prepara una biografía suya. El manuscrito llegó a las manos del hispanista después de la segunda calificación y reporte que hiciera el régimen sobre La colmena,el 7 de enero de 1946, en el cual dice: “¿Ataca el dogma o la moral? Sí. ¿Ataca al régimen? No. ¿Valor literario? Escaso”.
Se trata de 10 hojas numeradas por la Biblioteca Nacional en dígitos romanos más algunas hojas complementarias en blanco y 172 hojas numeradas en arábigo. El manuscrito es heterogéneo y fragmentario. La mayoría de las hojas están mecanografiadas y varias corregidas a mano y tachadas por el autor con su lapicero rojo. Otras censuradas por el franquismo con lapicero y sello, según Sotelo Vázquez. El grueso del manuscrito es parte de la copia que el escritor presentó a la censura en 1946 con la intención de ceder el original a F. Maristany de Ediciones el Zodíaco para su publicación.

La escritora valenciana Lucía Boscá gana el Premio Poesía Joven Félix Grande
La escritora valenciana Lucía Boscá (1985) ha ganado con su poemarioRuidos la décima edición del Premio de Poesía Joven Félix Grande, que se organiza en el municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes y en el que participan anualmente cientos de escritores de toda España.Con este premio se reconoce la última de las obras que Boscá ha escrito individualmente, que se suma a otros escritos de la valenciana, que han aparecido en diferentes antologías españolas como Ida y vuelta, Estaciones desnudas, Verso a verso o Poesía errante.Su firma también se encuentra en trabajos con autores hispanoamericanos, como en Poesía sin permiso, y próximamente aparecerá en una selección de poesía española editada por una empresa mejicana.Boscá es licenciada en Filología Hispánica y en los últimos años ha ejercido como profesora de español para extranjeros, y ha colaborado en estudios sobre el área de Lingüística.El único requisito para participar en este concurso, organizado por la Universidad Popular José Hierro de San Sebastián de los Reyes y cuyo premio es de cinco mil euros, es no superar los treinta años de edad.


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