(Villanueva de Arosa, 1869 - Santiago de Compostela, 1935) Narrador y dramaturgo español, cuyo verdadero nombre era Ramón Valle Peña. La muerte de su padre le permitió interrumpir sus estudios de derecho, por los que no sentía ningún interés, y marcharse a México, donde pasó casi un año ejerciendo como periodista y firmando por primera vez sus escritos como Ramón del Valle-Inclán.
Tuvo que costearse la edición de su segundo libro,Epitalamio (1897), y por esa época se inició su interés por el teatro. Una folletinesca pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Con el propósito de recaudar dinero para costearle un brazo ortopédico que el escritor nunca utilizó, sus amigos representaron su primera obra teatral, Cenizas, que fue su primer fracaso de público, una constante en su futura carrera dramática.
En 1907, Valle-Inclán se casó con la actriz Josefina
Blanco y, entre 1909 y 1911, se adhirió al carlismo, ideología tradicionalista
que atrajo al autor por su oposición a la sociedad industrial, al sistema
parlamentario y al centralismo político. En 1910, su esposa inició una gira por
Latinoamérica en la que él la acompañó como director artístico. Durante el
viaje, la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza
contrató a Josefina Blanco y, de vuelta a España, estrenó dos obras de Valle-Inclán,Voces
de gesta (1911) en Barcelona y La marquesa Rosalinda (1912) en
Madrid.
A pesar de sus fracasos teatrales, hacia 1916 ya se le consideraba
un escritor de prestigio y una autoridad en pintura y estética, por lo que el
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes lo nombró titular de una nueva
cátedra de estética en la Academia de San Fernando en Madrid. Esto supuso un
alivio para su crónica escasez de dinero, pero, por problemas burocráticos y la
propia incompatibilidad del escritor con la vida académica, abandonó muy pronto
el cargo. Invitado a París por un amigo francés (en 1915 se había declarado
partidario de los aliados, lo que lo llevó a la ruptura con los carlistas),
pasó un par de meses visitando las trincheras francesas, experiencia que
describió en La media noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917).
La década de los veinte significó su consagración definitiva como escritor y un replanteamiento ideológico que lo acercó al anarquismo. Cuando, en abril de 1931, se proclamó la segunda república, el escritor la apoyó con entusiasmo y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid.
En 1933, fue
nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la
que vivió un año. Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en
Santiago de Compostela donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un
gobierno de derechas.
La obra de
Valle-Inclán
Su producción
literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros,
nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales.
Estéticamente siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el
simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra
es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una
visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de
Pedro Salinas, en "hijo pródigo del 98".
Entre 1902 y 1905,
publicó las Sonatas, su primera gran obra de narrativa y la mayor
aportación española al modernismo. La unidad de estas cuatro novelas recae en
el personaje del Marqués de Bradomín, una irónica recreación de la figura de
don Juan, convertido en "feo, católico y sentimental". EnFlor de
santidad (1904), que sigue en la misma línea estética, aparece por primera
vez un tema en el que abundó a lo largo de su carrera: la recreación mítica de
una Galicia rural, arcaica y legendaria.
En sus tres novelas de la guerra carlista, Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909) y Gerifaltes de antaño (1909), su estilo se simplificó al despojarse de los adornos modernistas. Por su profundización en los sentimientos individuales y colectivos, la trilogía anticipó sus mejores obras posteriores. Tirano Banderas (1926) es su novela más innovadora y se puede considerar como el primer exponente del esperpento valleinclanesco. Su argumento es la crónica de un dictador hispanoamericano, analizado como la fatal herencia que España transmitió a América. No hay linealidad temporal, sino una serie de cuadros que dan una visión simultánea de los acontecimientos que acaecen en tres días.
Su obra narrativa se completó con El ruedo ibérico, un ciclo novelesco cuyo objetivo era abarcar, en forma de novela, la historia de España desde la caída de Isabel II hasta la ascensión al trono de Alfonso XII. La muerte truncó este ambicioso proyecto, del que sólo vieron la luz La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y la incompleta Baza de espadas(1932). También aquí rompió la sucesión temporal y la narración se asentó en cuadros, a veces muy breves, discontinuos e independientes, cuya única conexión es el contexto histórico. El lenguaje, proveniente del mundo de los toros y el teatro, con diversos registros idiomáticos que van desde lo refinado a lo chabacano, acentuó lo grotesco de la realidad que describió.
El teatro
La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más
original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las
convenciones del género. En palabras de su autor: "Yo escribo en forma
escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser
o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho,
porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de
conducir la acción". Se inició con Cenizas (1899) y El
marqués de Bradomín (1906), adaptaciones de dos de sus relatos. Todavía
inscritas en el estilo decimonónico teatral, manifestaron sin embargo rasgos
muy personales, como el gusto por el tema de la muerte, el pecado y la mujer, y
la importancia de lo plástico en las acotaciones escénicas.
Las Comedias bárbaras, una trilogía compuesta por Águila de Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922), constituyeron la primera gran realización dramática valleinclanesca. En abierta ruptura con el teatro de la época tienen como tema una Galicia feudal y mágica cuyo desmoronamiento se simbolizó en la degeneración del linaje de los Montenegro. Retomó la mítica gallega con El embrujado (1913) y Divinas palabras (1920), y utilizó como protagonistas a personajes populares y marginados. Sus obras más abiertamente modernistas son Cuento de abril (1909), Voces de gesta (1912) y La marquesa Rosalinda (1913), aunque en ellas hay elementos que presagian el cambio de su teatro, como la visión irónica y casi esperpéntica de una España ruda y provinciana que contrasta con la cosmopolita y refinada Francia.
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